domingo, 21 de marzo de 2010

Antofa

La verdad siempre digo que voy a escribir la parte de la casa de orates en el blog. Pero más tarde que temprano termino arrepintiéndome y no lo hago. No porque haya sido un momento malo o porque sienta que ya pasó. Simplemente porque no quiero escribir algo para plasmarlo y que desaparezca de mí. Es como que mis recuerdos fuesen suficientes. Y sí, también soy egoísta. No quiero que nadie más tenga mis impresiones y mis hermosos momentos en ese lugar.

Pero ahora estoy vagando. Estoy en Antofagasta, la querida Lejoslandia (sí, me importa un comino que ustedes estén acá, seguirá siendo Lejoslandia xDD. Y estar acá me ha ayudado. No sólo a arrancar de mí y de mis fantasmas (no me resulta mucho, les diré...¬¬) sino que también he meditado cosas que no creo puedan entender.

Simplemente les diré que en Antofagasta dejé algo...y me llevé algo. Y el pasado te encuentra en todos lados. Y que no me gustan los mails. Y que, a veces, es mejor no abandonarnos a nosotros mismos.

Sería ^^

lunes, 1 de marzo de 2010

8,8º Ritcher

Esa fue la intensidad del terremoto que afectó a mi país desde la 5ª a la 9ª región, incluyendo la Región Metropolitana, donde está Santiago, su capital. Donde vivo yo.

Esa es también la intensidad de mi miedo. He de decir que pocas veces en mi vida he sentido miedo. No le temía a la oscuridad cuando niña, dejé de temerle a la muerte de mis seres queridos después de vivirla tan de cerca. Tengo una fobia a los mimos, a las arañas y a quedarme encerrada, pero si me lo propongo y me armo de valor, sí soy capaz de mandar a la mierda a mis fobias. Pero esa madrugada de sábado sentí miedo.

Tuve miedo al ver las paredes ondular. Tuve miedo al escuchar crujidos. Tuve miedo al ver la luz explotar. Tuve miedo de los gritos. Tuve miedo del miedo de mi Melli. Tuve miedo del ruido cuando se rompió la cañería. Tuve miedo por la Katie y por la mamá de la Krissa (mami). Tuve miedo e invoqué a mi padre. Mientras todo se remecía, mientras acariciaba la mejilla de Melli, mientras me afirmaba al dintel de la puerta y estaba atenta a que el agua no llegara a mis pies, le pedía a mi padre que nos cuidara. Pero sentía que no podría, que el edificio caería, que ese maldito movimiento no pararía, que no saldría de esa. Y mi corazón le gritaba a mi padre que no me quería ir, que ahora era feliz, que no quería morir. Y mi voz se alzaba con mi mantra, pidiéndole a mi padre que cuidara a mi familia y que nos cuidara a nosotras. Y, de la nada, apareció la voz de la Chika que susurraba "dile a tu papá, él siempre te escucha".

Y era verdad...siempre me escucha...y ahora lo hizo. Pero, a pesar de todo, sigo con el miedo. Ningún temblor, por fuerte que fuera, me había provocado eso.

Mamá dice que tengo que llorar. Que tengo que liberar todo eso...me cuesta, sigo con miedo...

Sería...