martes, 30 de noviembre de 2010

La Felicidad de la Maga


La Maga no fue feliz en “Rayuela”. Y cada mujer que conozco a quien la han apodado así no encuentra la felicidad. Siempre que tienen a Oliveira, aparece una Pola que se lo lleva. Y ahí la Maga queda con vestigios de lo que alguna vez tuvo.

Cuando me apodaron “La Maga”, aún no sabía al terrible destino que me llevaban. Fue mi primer Oliveira quien me llamó así. Y al tiempo apareció Pola y se lo llevó, dejándome con hechizos, con magia, con alma y con corazón destruido. No quería pensar en ello. Simplemente seguí, mientras me rodeaba de gente más extraña que la anterior. Y pasó el tiempo, viví de manera espontánea, de manera primigenia. Conseguí un pasado exquisito, un presente adorado y un futuro más incierto que lectura de aire condensado.

Encontré otro Oliveira. Y él, al igual que el que me nombró Maga, se ató a mi aura de magia. Y lo seguí. Y sufrí más que la vez anterior. Pero al igual que en Rayuela, esperaba que pasase algo, lo que fuese.

Se fundó el Club de las Serpientes. Y estábamos locos. Y éramos orates. Y hacíamos las locuras que los cuerdos no aceptan. Y también se fundó otro Club. Uno más silencioso, otro más alternativo. Y también apareció La Mafia. Y Oliveira me mandó a volar con mariposas inexistentes. Y se burló de todo lo que era mi vida en sí. Y yo, como Maga, nuevamente quise olvidar.

Sin darme cuenta, apareció Gregorovius. Ya había aparecido antes. Con otros ojos, con otro rostro, con otro cuerpo. Gregorovius venía como un compañero, o un ausente, un poeta, como un cantante, como el que fuera.

Esta vez la Maga, yo, miró a Gregorovius. Tenía que mirarlo, no me quedaba de otra. Estaba ahí, frente a mí. Y, nuevamente, quise alejarlo. Pero no lo hice bien. No porque él no quisiese marcharse, sino porque de verdad no hice nada para echarlo. Divisé a otro Oliveira en el proceso. Y quise irme con él. Más que quererlo, lo que hacía era huir de Gregorovius. Pero me frené en medio de la marcha. Detuve mis pasos, y por primera vez, mandé a Oliveira y todo su mundo fantástico a otro lado, lejos de mí. Y cerrando los ojos, corrí hacia Gregorovius.

Tenía miedo. Miedo que me rechazara, miedo de no ser bienvenida, miedo de que equivocase mis pasos y Gregorovius decidiera que estaba mejor sin mí. Corrí con los ojos cerrados, porque primero muerta antes de ver sus ojos con rechazo.

De pronto, sentí que choqué con un cuerpo. Sentí los brazos rodeando mi cintura. Sentí su respiración mezclándose con la mía. Abrí los ojos y vi a mi querido Gregorovius mirándome dulcemente. Temblé. Él solamente se agachó y besó mis labios. Y sentí que todo lo recorrido valió la pena por ese instante.

A diferencia de todas las Magas del mundo, a diferencia de todo, esta vez me quedé con Gregorovius. Sentí su cariño, me estremecí con sus besos y sonreí ante sus susurros.


Y descubrí que así, se es feliz.




Te amo, nada más para ti, Marino Gregorovius.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Te espero


Ahora comienza esa cuenta regresiva. Esa extraña. La que no me gusta, pero me llena de ansiedad.

Comenzar a contar los segundos para perderme en tus ojos. Los minutos que faltan para sonrojarme porque me has mirado. Las horas para que mis labios tiemblen por tu cercanía.

No sé. La verdad no quiero explicarlo. Aquí estuve cuando volviste, Marino. Aquí mis manos jugaban mientras te acercabas. Aquí el aire revoloteaba entre mis cabellos mientras tu voz oscura me lamía los oídos. Aquí mis labios se entreabrían al escuchar tus pesados pasos.

Te esperé, y no sé porqué lo hice.

Y comienzo de nuevo a esperarte. Con una exquisita paciencia. Con una sonrisa de suficiencia. Con los labios acaramelados de frutilla y crema y leve olor al trópico. Aquí, acostada en la tierra de nadie, en el infinito mismo. Donde nada es lo que parece.

¿Por qué no resultaría? En pasados lejanos si podían. ¿Por qué tú y yo no podríamos hacerlo?

Lo nuestro es el universo entero. Porque el futuro está ahí, esperándonos. Porque tenemos más sueños que Morfeo. Porque nuestras manos se tocan, aunque existan números de lanzas sangrientas.

Te espero en el puerto, Marino. Sentada, como una niña. Te espero con calma y con el corazón latiendo tranquilo. Ansioso, pero tranquilo.



Y frente al mar, comerte a besos...

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Aún así, es diferente


Es extraño lo que está pasando. La vida me está llenando de recuerdos. Me ataca con ensoñaciones, que me traen palabras en el viento, me traen sonrisas, me envuelven en juegos, en risas, en un sinfín de cosas.

Promesas por hacer, sueños por realizar. Viajes, salidas. Una lluvia, un helado. Besos, mordisco, piel, caricias, lengua, labios, dientes.

Recuerdos imposibles de borrar. Recuerdos imposibles de pisotear. Deseos cumplidos, inconclusos.


Un perfume...aún sin identificar...


Correr, pero no poder llegar a ningún lugar. Pero no por huir, es por algo más sublime. Es unión, es cercanía.

Es clímax, sonrisa. Sudor suave, tibio, un beso robado en la noche, caricia en el vientre, respiración lenta en la nuca, palabras susurradas en el oído, sellando secretos inconfesables.

Correr porque es bello, detenerse porque es necesario. Tomar tu mano, soltarla, reír, tomar la tuya, beber café, mancharte la nariz con helado, o dibujarte la sonrisa con mis dedos.

Lo que sea...con quien sea...

Explotar el pecho, sentir...SENTIR!!


Por una vez en mi vida, siento tanto que llega a ser ridículo tratar de racionalizarlo. Gracias, Vida, por mandarme nuevos testarudos. Por dejarme a mis amados testarudos. Y por alejar a los sin paciencia.








Solo quería decir que me agrada esta sensación de plenitud...de tanto, que no me cabe en el pecho. De estar tan...una sola con el todo. Respiro tranquila y suspiro con sonrisa plantada en la cara.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Un sueño incontrolable

En mis sueños soy reina y soberana de cada situación. Siempre he tenido cierta conciencia en mis sueños, por lo que trato de manejarlos a mi conveniencia y gusto preferencial. Pero hay sueños que, o son demasiado reales y no los puedo controlar porque no tengo conciencia de que es un sueño, o simplemente se hacen incontrolables a mi designio.

Es como, de pronto, tener la imposibilidad de manejar las cosas, al igual que el mundo real. Solo en mis sueños se hace mi santa voluntad. Y que en ellos haya otras aristas, como si el caracter de las personas influyese un poco. Lo cual no debería ser, porque son MIS sueños. Y ya los acepto en la vida real, en sueños deberían darme un descanso, un poco de "chipe libre", ¿no creen?

En fin. La cosa es que hoy por fin soñe. Y nada de cosas de medicina o intentos de doctor House, que por culpa del tatuaje tuve el peor fin de semana de la vida. Así que se los aconsejo desde ya. Si se van a tatuar el cuello, jamás lo descuiden. Porque eso se inflama, presiona tus venas y te provoca las peores migrañas del mundo ¬¬.

Bueno, continúo. Tuve un sueño que nada tuvo que ver con mis dolores, porque simplemente ya no estaban (sí, si igual asumí mi irresponsabilidad y me empecé a cuidar). Y en ese sueño hubo de todo, menos la coherencia de mis deseos.

De partida, Marino estaba lejos. No del lejos de distancia de cuerpo. Del lejos del "se-que-no-volveremos-a-toparnos". Y era triste. Porque cuando lo volvía a ver, las cosas eran tan diferentes, que me abismaban. Y también fue doloroso. Porque Marino no sonreía. Y no tenía esos ojos de superioridad, que me gustan tanto. Marino tenía odio en la mirada. Tenía ira, le brotaba por los poros. Y esa rabia hacía que sus pasos no fueran pesados, sino silenciosos. Y eso me hacía temblar. Uff...era tan difícil...

Y habían más, muchos más. De echo, todo era enredado. Todo era confuso. Sólo uno sonrió, por un momento. En mi sueño yo estaba cansada, estaba agotada por el rumbo que habían tomado las cosas. Por todo lo que había acontecido y yo, que pude haberlo detenido, no lo hice. Por orgullo. Pero no del orgullo malo. De ese de "primero muerta antes de no asumir mi error". Pero todos tenían sus perspectivas. Y yo solo quería descansar. Y que Marino me mirase de esa forma, no ayudaba mucho.

Al final, me vi recostada en una cama. Manos tras la cabeza, mirando el techo. Pensando que la vida era una locura, que todo era tan difícil. Que las personas eran individualistas, incluyéndome. Y que también era mala persona. No, que eso lo era yo solita. Y de pronto, de la nada, Polilla se coloca delante de mi cara, con una sonrisa de oreja a oreja, y tranquilamente me dice "tu café, Conejo".

Mi café...

Y como que todo se arregló. Porque Polilla sonreía. Porque, a pesar de todo, sabía que estaría ahí. Porque le importaba un níspero lo que un Conejo como yo hiciese con las zanahorias. Mientras estuviese bien...

No sé si alguna vez Alma fruncirá el ceño de esa manera tan cruda. No hacia mí, sino hacia alguien que, sin darse cuenta, en cierta forma, le tiene un aprecio. Pero era cruel. Mi Alma era cruel y despiadada. No sé si Prima estará esa mañana, cuando baje la escalera. Tampoco sé si Meshi mirará esa puesta de sol de esa manera, tan tranquila. No sé si Marino me mirará con tanta ira alguna vez. Y si los ojos de Polilla me darán esa tranquilidad. Sólo decir que, a veces, no me agradan los sueños que no puedo controlar.

Aunque el final era exquisitamente bello...

Una aparición, Marino

Y es sencillo. Pararse en el puerto y alzar la mano, en señal de despedida. El Marino jamás quiere despedirse.

No quiero ir...

Marino, debes ir. ¿De qué te serviría la lejanía, si no es para darte cuenta quien es importante y quien no? Tu vida se separará en el momento que vuelvas a puerto. En el momento que bajes del barco y veas la gente que está ahí.

¿Estaré yo esperándote, Marino de pesados pasos?

Puedo decirte que no lo sé. Puedo decirte que apenas embarcaste, salí corriendo a vivir mil cosas. Puedo decirte que me iré de viaje y perderé la noción del tiempo, y no sabré de tu regreso hasta que yo misma vuelva a esa vida normal de la que tanto huyo, y vea tus letras desperdigadas por el viento.

Puedo decirte tantas mentiras, Marino...tantas que ni yo sabría cuantas son.

Pero no te mentiré. Estaré aquí cuando vuelvas. Porque me agrada tu voz oscura. Porque me gusta ver tus ojos con aires de superioridad. Porque sé que cuando me miras, piensas que soy la niñita atolondrada que espera sonriente alguna de tus palabras, sin saber que con mis manos estoy trenzando alguna cuerda que ahorcará algún cuello.

Sí lo sabes, pero te encanta fingir...

Vuelve pronto, Marino. Aquí estaré, junto a las migajas del pastel, los audífonos de billar, escuchando rock a todo volumen y con botas negras. Aquí estaré para que, cuando llegues, me veas y sonrías. Y te acerques con tus pasos pesados, de esos que hacen temblar a la tierra, a los hombres, a los héroes y los valientes. Pero a mí no, jamás. Te acerques y me abraces.

Y luego hagamos ese viaje que una madrugada acalorada juramos hacer...

viernes, 5 de noviembre de 2010

Polilla


Polilla me dice "Nariz de Conejo", o simplemente "Conejo", porque mi nariz se arruga cuando río.

Polilla prefiere faltar a clases, porque le gusta conversar conmigo (me amanecí hablando contigo, Polilla...es recíproco).

Polilla basa su dieta en polillas, he ahí ese apodo (y ante mi expresión de sorpresa, me recuerda la existencia del canibalismo).

Polilla tiene nombre raro, al igual que yo. Un día iremos a un Registro Civil y pediremos papeles, para ver la cara de los funcionarios, al colapsar con nuestros nombres. Será un gran día ése.

Polilla es Shura, y yo, Saga. Es la nueva forma de nombrar los signos del zodiaco.

A Polilla le gusta mi tatuaje de los dragones. Supo de inmediato que eran de aire y tierra. Es que Polilla es inteligente (aunque hable puras cabezas de pescado, como yo xD).

A Polilla se le cae el carné. Y le da risa. Después se dio cuenta que mi carné vive en el suelo.

A Polilla no le gustan los poemas, pero le gusta este blog. También escucha rock y le gustó "En los brazos del sol" de La Renga.

Polilla bebe y fuma.

Polilla me trae buena suerte. Eso es definitivo.

Hace menos de un día que conozco a Polilla y no me cansaré jamás de hablarle. Muy pronto Polilla me mirará con sus ojos castaños y me cuestionará quizás qué cosas de la vida de un Conejo en Cortinalandia. Le contestaré fascinada.

Polilla tendrá un blog ^^

¿Qué quieres?


¿Qué quiero?

La pregunta me extrañó. Sobre todo viniendo de Él, pues es casi un querido desconocido. Y no pude evitar pensarlo. Pero de verdad pensarlo. No decir palabras al aire, o describir distraídamente al primer personaje que cruzara mi mente. La pregunta era clara y concisa.

¿Qué quiero?

Pues que me quieran. No que me entiendan, simplemente que me quieran. Que aguanten que a veces mande todo a la reverenda, pero que en esos momentos no se vaya. Simplemente que me abrace y ya. Que sea rudo. No del rudo "te-golpearé-hasta-que-entiendas" sino del rudo del "le-sacaré-la-cresta-al-que-ose-hacerte-sufrir". Quiero que ría, sonría. Que sea cabro chico, pero no pendejo. Que sepa separar las cosas. Que, aunque terminásemos, siguiésemos hablando, porque entendería lo importante que fue en mi vida, y que siempre será.

Quiero un hombre que respete los duelos. Sea espiritual, por alguien, por una mascota, por una relación, por lo que sea. Que respete los silencios, las lágrimas, las penas. Que no se burle de ellas.

Quiero un hombre que confíe en mí. Que sepa conocerme. Que me deje conocerlo. Un hombre que fume, tome café y salga a bailar. Pero si tenemos que tranquilizarnos, lo hagamos juntos.

Quiero un hombre que al sentir mi perfume, cierre los ojos y sonría. Quiero que cuando me abrace, yo me sienta protegida. Quiero dormir en su pecho y que me deje dormir. Alguien que respete que sufro insomnio y que el sueño es "momento crucial para vivir algo sagrado".

Quiero manos tibias, para que caliente las mías. Quiero que le gusten los tatuajes, para que no me haga show. Quiero que aguante que canto rock. Quiero que acepte que me gusta la literatura griega en extremo.

Una de las cosas más importantes: quiero que entienda que él tiene sus talentos. Que no me interesa que me demuestre que puede llegar a ser mejor que yo en mis propios talentos. Sime fijé en él, es porque tiene un mundo que mostrar, porque tiene mil cosas que enseñarme. Y queriendo superarme a mí en mis talentos, es como gritarme "¡fuera de mi vista!" (recuerden, narcisista...).

Son muchas cosas. Pero la pregunta fue clara. "¿Qué quiero?" Por lo tanto, la respuesta fue igual de clara. Pero hay una cosa que resume todo. Que solamente con esa petición, automáticamente cumplirá el resto.

Quiero que me llame "Alouette", comprendiendo todo lo que significa ello. Y dándole el mismo sentimiento que pusieron en ése nombre, cuando me bautizaron así.













Yo sé que estás. Te vi en mis sueños la otra noche. Bebías una sopa, mientras conversabas con un niño y te reías alegremente. Tenías un jockey. De pronto me mirabas y sonreías. Y era simple. En tu sonrisa, en tus ojos, estaba escrito mi nombre. La gracia está, ahora, no sólo encontrarte en sueños, señor sin rostro. Encontrarte en la vida real también.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Nueva Vida

Las cosas suelen iniciar de las maneras más extrañas. Por un mensaje, un mail, un tatuaje, una llamada, etc.

Ya comenzamos a vivir la nueva vida. Esa que no tiene complicaciones, esa que deja de lado los rencores, esa donde sonrío porque estoy en paz.

Ya no más complejo de niño de 10 años. Ya no más pasado pisoteando presente. Ya no más problemas autoimpuestos, ni dudas que los astros me resuelvan.

Tomo las decisiones, ya es hora. He decidido ser feliz. Y marcar mi cuerpo, señalando este nuevo comienzo.

Los que están conmigo en esta nueva vida, gracias. Los que se marchan, que les vaya bien. Los demás...nos veremos.

Es irónico. Hace unos días estaba dispuesta a todo por un alguien que, siendo sinceros, no digamos que se lo merecía mucho. Pero tenía que arriesgarlo todo para llegar a esa decisión. Tenía que estar tranquila en esto para darme cuenta. Tenía que abrir los ojos cuando correspondía abrirlos.

Ahora llega gente que me roba sonrisas, que me regala momentos, que me hacen llegar al cielo y no bajar de golpe, sino en una escalera de suaves nubes. Como que aparecen cuando más tenían que aparecer.

Ahora, a esperar y olvidar. Mientras, disfrutar.

Y bienvenida a esta Nueva Vida, que tantas alegrías me traerá, lo sé.

Sería ^^

lunes, 1 de noviembre de 2010

Voces

A veces es muy extraño como hacemos las cosas. A veces nos dejamos llevar por nuestros instintos, por lo que creemos mejor para nosotros, en ese momento es la mejor decisión...

Sí, tal como dice la Pequeña Ella...

Esa lección la aprendí con Nikolais. Él solía decirme eso. "Tomo la mejor decisión que correspondía en ese momento. La mejor para solucionar todo"...claro, siempre omitía el detalle que era la mejor solución para él, y que eso incluía romperme el corazón.

Pero eso ya es pasado. Hasta sonreía mientras recordaba eso. Muchísimos dolores de cabeza se llevó Nikolais por aguantar mi exigencia de que se respetara mi derecho de ser tomada en cuenta en la decisión.

No tomo decisiones pensando en mí o en los demás. Ni siquiera tomo decisiones. Dejo que el mundo decida por mí. Puede ser que por eso soy tan infeliz. No del infeliz de "no-tiene-la-felicidad-que-se-jacta-tener" sino del infeliz de "mala-persona-egocentrista-narcisista".

Debería decidir. Debería arriesgarme. O simplemente debería decirlo y ya. Bueno, no sé si decirlo. Como que nunca sé si acercarme. A veces un mensaje al celular, en el facebook o un mail también ayudan. Especialmente aquellos que nos expresamos mejor escribiendo.

Tomé las riendas de mi vida hace mucho. Sé mi lugar en mi familia. Sé cómo hacer las cosas para tener mi carrera. Sé cómo moverme por la sociedad. Manejo lo que es mi mente, decido por ella, la controlo. Pero de mis sentimientos, olvídenlo.

Nunca he sido capaz de decidir nada. Es un miedo estúpido (como suelen ser las cosas últimamente, incluyéndome), terror de equivocarme, de hacer daño, de ser responsable del sufrimiento de otro...sin saber que evitando, provoqué mi equivocación, mi daño y mi propio sufrimiento.

No es ser egoísta, claro que no. Pero es ser más segura. En pocas palabras, sé lo que siento. Para evitar darle problemas a las personas, nunca digo lo que realmente siento. La otra vez lo escribí en un estado de Face y todos sorprendidos. Aunque sea obvio. Pero no asumo, porque no quiero que nadie se sienta molesto.

Me gustas. Y mucho. El hecho que te quiera, no influye. Primero tu amistad, después lo demás. Pero eso no quita que me gustas, y mucho. Y sí, en cierta forma te ha de afectar. Pero ahora decido no negar el sentimiento, aunque eso no influya en nada. Simplemente saber que ahora estoy más tranquila porque no volveré a cuestionarme.

Me gustas, te quiero.

Así de simple.


¿Decisión? Pues decido quererte hasta que aceptes este cariño o se muera de abandono (el cariño, no yo xD)

A los demás...estoy bien. Ya es hora que decida por mis sentimientos, y que no permita que ustedes lo hagan por mí, basados en los escuetos comentarios que doy respecto a ello.

Total, nadie muere por un rechazo (excepto si cae en una locura de alguien que no se valora, y no concibe su existencia sin el otro, y puede cometer locuras que son demasiado indignas para un narcisista xD)

Los quiero ^^