viernes, 5 de noviembre de 2010

¿Qué quieres?


¿Qué quiero?

La pregunta me extrañó. Sobre todo viniendo de Él, pues es casi un querido desconocido. Y no pude evitar pensarlo. Pero de verdad pensarlo. No decir palabras al aire, o describir distraídamente al primer personaje que cruzara mi mente. La pregunta era clara y concisa.

¿Qué quiero?

Pues que me quieran. No que me entiendan, simplemente que me quieran. Que aguanten que a veces mande todo a la reverenda, pero que en esos momentos no se vaya. Simplemente que me abrace y ya. Que sea rudo. No del rudo "te-golpearé-hasta-que-entiendas" sino del rudo del "le-sacaré-la-cresta-al-que-ose-hacerte-sufrir". Quiero que ría, sonría. Que sea cabro chico, pero no pendejo. Que sepa separar las cosas. Que, aunque terminásemos, siguiésemos hablando, porque entendería lo importante que fue en mi vida, y que siempre será.

Quiero un hombre que respete los duelos. Sea espiritual, por alguien, por una mascota, por una relación, por lo que sea. Que respete los silencios, las lágrimas, las penas. Que no se burle de ellas.

Quiero un hombre que confíe en mí. Que sepa conocerme. Que me deje conocerlo. Un hombre que fume, tome café y salga a bailar. Pero si tenemos que tranquilizarnos, lo hagamos juntos.

Quiero un hombre que al sentir mi perfume, cierre los ojos y sonría. Quiero que cuando me abrace, yo me sienta protegida. Quiero dormir en su pecho y que me deje dormir. Alguien que respete que sufro insomnio y que el sueño es "momento crucial para vivir algo sagrado".

Quiero manos tibias, para que caliente las mías. Quiero que le gusten los tatuajes, para que no me haga show. Quiero que aguante que canto rock. Quiero que acepte que me gusta la literatura griega en extremo.

Una de las cosas más importantes: quiero que entienda que él tiene sus talentos. Que no me interesa que me demuestre que puede llegar a ser mejor que yo en mis propios talentos. Sime fijé en él, es porque tiene un mundo que mostrar, porque tiene mil cosas que enseñarme. Y queriendo superarme a mí en mis talentos, es como gritarme "¡fuera de mi vista!" (recuerden, narcisista...).

Son muchas cosas. Pero la pregunta fue clara. "¿Qué quiero?" Por lo tanto, la respuesta fue igual de clara. Pero hay una cosa que resume todo. Que solamente con esa petición, automáticamente cumplirá el resto.

Quiero que me llame "Alouette", comprendiendo todo lo que significa ello. Y dándole el mismo sentimiento que pusieron en ése nombre, cuando me bautizaron así.













Yo sé que estás. Te vi en mis sueños la otra noche. Bebías una sopa, mientras conversabas con un niño y te reías alegremente. Tenías un jockey. De pronto me mirabas y sonreías. Y era simple. En tu sonrisa, en tus ojos, estaba escrito mi nombre. La gracia está, ahora, no sólo encontrarte en sueños, señor sin rostro. Encontrarte en la vida real también.

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