lunes, 19 de diciembre de 2011

Amor con aroma a café

La casa se llenó del aroma de antaño. Una suave música sonó y se prendieron dos cigarrillos. Nos miramos y sonreímos. Era recordar. Recordar cuando el departamento estaba vacío. Cuando nos escondíamos del frío embriagándonos con el aroma del café. Recordar las miradas esquivas y las sonrisas cómplices. Cuando pensábamos que posiblemente no llegaríamos a ningún lado, pero poníamos todas nuestras energías en llegar más allá de lo que pudiésemos imaginar.

Nuestro amor huele a café. Bastó que encendieras aquella cafetera, casi olvidada al fondo de la alacena. Bastó que el aroma al café que nos unió inundara, como antes, cada rincón del departamento. Bastó tu silencio eterno y suaves movimientos de manos, colocando aquella música. Basto que yo sonriera y me sonrojara. Y volvimos atrás, cuando éramos dos desconocidos conociéndonos, jugando a amarnos y que terminamos amándonos de verdad.

Las cenizas de los cigarrillos bailaron en el aire como antaño. Tus caricias fueron meditadas, como antaño. Mi falsa indiferencia fue como antaño. Y recordamos cómo empezamos a amarnos, como partimos queriéndonos. Como me fuiste sanando y yo, enseñándote. Como si el tiempo no hubiese avanzado y volviésemos a ser esos dos locos, perdidos en Santiago, queriendo ser eternos. Ya sin los apodos de cariños que nos fuimos colocando mientras avanzábamos en nuestra historia. Ya sin nuestros anillos y sin los tatuajes que nos unieron de por vida. Simplemente tú y yo, como fue en todas nuestras vidas buscándonos.

Te amo. Amo tu ser, amo nuestra vida juntos, amo cada segundo que he pasado a tu lado y amo los segundos que hemos estado separados, que hacen que te ame más cuando te vuelvo a ver. Y, sobre todo, amo nuestro amor con aroma a café.

Siete meses, casi ocho, que nos han cambiado la vida. Meses de cafés, cigarrillos, risas, lágrimas, ausencias, presencias, dolores, alegrías. Meses de partidas y de llegadas. Meses de perdernos y encontrarnos.

Amo cada instante. Gracias por la bella sorpresa y gracias por lo que está por comenzar.


Gracias por el café.


2 comentarios:

Cristian Mancilla dijo...

Sin apodos, anillos ni tatuajes, pero con café y cigarrillos. Me harás salir el conservador moralista teocrático que llevo dentro.

Susana M. Manca dijo...

hace tiempo no te leía Aly, Y como a última vez que nos vimos, me alegra mucho saberte feliz. Tengo una muy buena "tincá" desde aquella vez, y de verdad tengo muchas ganas de verlos ustedes dos. Te quiero Mucho, Mujer. Que no se te olvide.