Me hacen feliz. Cada uno a su forma, con sus palabras, con su manera de ser conmigo. Son tan diferentes, que es muy extraño. Por un lado suelo recibir golpes, gritos, risas, cigarros y uno que otro silencio con el ceño fruncido. Por el otro lado tengo cariño, besos en la frente, palabras de aliento, cafés y seguridad. Me agrada cuando suelen cambiarse los papeles. A veces cierro los ojos esperando un golpe y recibo un beso que finjo no disfrutar, que me provoca asco, pero que me hace sonreír. Y a veces espero recibir un beso en el pelo y me llega una risa acompañada de un golpe. Pero aún así, a pesar que no sé qué obtener de ellos, me hacen feliz.
¿Creen en la magia? Yo sí. A ellos los conocí así. Fue realmente mágico. Ni aunque los planetas se alinearan teníamos posibilidad de encontrarnos…pero la magia se cruzó y los vi.
Hemos pasado muchas cosas. Hemos estado los tres tirados en la arena conversando. Hemos nadado en piscina, jugado ping-pong y hasta carreteado juntos. He llorado en sus brazos y han ido a ver a mi padre conmigo. Escaso lujo que han sabido aprovechar.
Me han dicho palabras malas. Les he dicho palabras malas. Pero aún así seguimos juntos. Tengo dibujos y una gata por ellos. Fumo más y tomo más café (si, es posible). Conozco más cosas y me he reído de otras tantas. Aprendí a mandar a la mierda al mundo con ellos. Puedo fruncir el ceño y provocar pavor o simplemente aguantar una lluvia de golpes de guantes “retándome a un duelo”.
Me gusta caminar de la mano con los dos. Recibir las frases indirectas de los transeúntes, reírme de su ignorancia y seguir caminando. Conversar de los temas más inverosímiles y arreglar el mundo a nuestro antojo. Me encanta verlos pelear, discutir, tratarse mal…y luego fingir que lo olvidan. Unirme a uno para molestar al otro o que me peguen los resfríos.
Vagar por las calles, marcando los pasos…y caminar lento, porque a uno le gusta caminar lento para que sigamos conversando. Sentir abrazos fraternos, llenos de espontaneidad y afecto, con frases de “nos vemos el jueves” o “no te vayas”.
Nos vemos varios días. Y siempre tenemos qué hablar. Comer con palitos o tomar mate. Hiperventilar con “crucios” o simplemente obligar a que uno haga algo…“¿tengo opción?”, “no”, “entonces para qué preguntas…”.
Cruzar Santiago en bus para juntarme con ellos, haciendo la ruta de Santiago de Compostela. Leer mientras planeo qué enseñarles y que nunca se den cuenta que ellos me enseñan a mí.
Nunca sé a qué voy. No sé qué voy a pasar cuando los veo. Pero eso más me gusta. Recibir el “perdón” por un lado y el “te quiero” por el otro me hizo aún más feliz. No sé qué haría si ellos un día no están. Son tan diferentes pero tan iguales. Tan discordes pero complementarios. Es ver los dos lados de la moneda…para luego guardarla en tu bolsillo y que no te la quite nadie.
No quiero pensar cuándo acabará. Tampoco sentir lo que sé que sentiré cuando pase eso. Quiero estar ahí cuando se caigan para apoyarlos, escucharlos cuando me necesiten, intentar darles mi aliento a través de palabras…y verlos crecer. Crecer como jamás pensaron que lo harían.
Ellos son las dos partes de una extraña amistad. Pero prefiero ser muda testigo y continuar recibiendo golpes, cigarros, mate, café, palabras, abrazos, besos, caminos y todo lo surrealista que significa conocerlos y quererlo a ambos.
Lily, Juan…gracias. Ellos me hacen feliz.
2 comentarios:
Ellos.. Ellos son especiales. Igual que tú. Los amo a los tres!
Estupida...mil veces idiotaa!!!
Ame leerlo ese dia sentada en la banca en provi ^^.
Gracias por todo....y sip, todavia nos quedan muchos: mates, cigarrillos, cafes, miradas de culo, babas, cerveza, deliradas, mañanas tardes y noches, risas y lo que te plazca ;3!
Te adoro
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