miércoles, 16 de marzo de 2011

Ofrendas


No pretendo ser doncella que (te) espere después de una ardua batalla. No pretendo ser tu eterno refugio inmóvil, que siempre sabes donde está. Pero si necesitas mis brazos abiertos, para descansar en ellos, así estarán. Si deseas dormir, si necesitas que alguien sane tus heridas, si solicitas un aliento, si unos susurros al oído calmarán tus pesadillas, los encontrarás.

No pretendo ser la guerrera que combata tus demonios ni gane tus guerras. No seré ni tu escudo ni tu espada. Pero si puedo ser aquella que alce el arco y lance una flecha a quien pretende enterrarte un puñal por la espalda mientras tu batallas con feroces bestias. Puedo ayudarte a que nada interfiera en tu audaz empresa. Y luchar hasta con mis propias manos si es necesario, derrotando a seres menores que no entorpezcan su necesario combate.

No puedo prometer(te) ser aquella que deseas, pues no ofrezco más en mis manos. Tengo mi propia bestia domesticada, que me cuida de ladrones y villanos. Tengo mis propias armas pues he librado mis propias guerras. Mis manos están manchadas de sangre de los demonios que he llevado a su fin. Y luzco orgullosa el vestido que me cubre, pues me recuerda lo frágil que puedo llegar a ser.

No (te) ofrezco la felicidad, pues esa la has de obtener cuando te corresponda. Solo puedo ser compañera de batalla y refugio de paz. Solo puedo ser amiga, cómplice. Solo puedo ser amada y amante. Pero no me pidas ser más.

No hay comentarios: