viernes, 8 de abril de 2011

Cambios


Han ocurrido muchas cosas desde la última vez que escribí aquí. Se supone que ahora debería estar camino a recibir a Cristián, pero debía escribir esto, pues lo tengo como atragantado desde hace algunos días en la garganta y en la cabeza.

Burlador dejó de ser quién era. No es que saliera de mi vida. Es que pasé tanto tiempo con él que dejé de verlo como un hombre y empecé a verlo como amigo. No me di cuenta antes, tal vez es mi extraña necesidad de no querer abandonar sentimientos descubiertos. Pero Burlador dejó de estar acá cuando dejé de dedicarle palabras. Ahora es un testarudo más, nada más. Y, sinceramente, esa condición me agrada más.

Ahora apareció un Apolo en la vida de esta hija de Dionisio con Artemisa. Es extraño. No pretendo explicármelo, pero sé perfectamente las consecuencias de ello. ¿Qué más da? Simplemente vivir.

Y así era todo. No era resignación, era una compleja red de entramados de mi mente, que pretendía obtener de manera lógica lo que se siente. Pero una vez alguien me dijo "lo de la mente con la lógica, lo del corazón con lo sentimientos".

Nada de mezclar, lección aprendida.

¿Se saben la leyenda del Minotauro y el Laberinto? Bien, primero explicar que esos pasillos de confusas direcciones se llaman dédalos. Y el dédalo más famoso se llama Laberinto. Pero ya saben lo que pasa con el uso del lenguaje y el hablante. Es como la palabra "confort".

En fin, me desvié. Hace muchos años yo tenía mi propio dédalo, llamado Crisón. Cada vez que entraba en Crisón, una parte de mí se fragmentaba y la perdía. Hace años que no entraba en Crisón, por lo mismo. Me gustaban los restos de mí, conjugaban de manera armónica.

Pero hace ya un tiempo que entré en Crisón. No me he fragmentado, al contrario. He recuperado ciertas partes y lo que he perdido, es porque era desechable. Hasta ahí, todo bien.

Luego llegó Burlador y Apolo. Burlador se quedó fuera de Crisón, contándome sus anécdotas y mostrándome lo valiente que fui al superar el gran problema. Por eso me cayó y me cae bien. Porque le resta importancia a las cosas. Apolo entró a Crisón conmigo y se quedó charlando. Música, literatura, poesía, perfecto.

¿Algo podría ocurrir?

Como es normal, tuve que ir al centro de Crisón a recuperar otra parte de mí. Y sin saber cómo, ahí estaba. Un Minotauro. Me miró fijamente. Y le hablé. Y fue conocer el otro lado de Crisón, más allá de esas paredes, más allá de Apolo y Burlador. Más allá de la Bestia fuera de Crisón y la Amada que duerme en sus fauces.

Había otro mundo, cai imperceptible a mis ojos. Me centré tanto en dominar Crisón, que no noté la vida más allá del dédalo.

Minotauro habla conmigo de vez en cuando. Siempre me deja en ascuas, pero si no lo hiciera, olvidaría volver a la entrada, donde están Apolo y Burlador.

¿Cambios? Sí. Irónicamente, con Minotauro las cosas se dicen simplemente. ¿Por qué? Porque no tengo nada que perder.

Nos vemos!!!! Hay que dar otra vuelta por Crisón, pero esta vez, con unas birras! ^^

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