Sincera

Ser sincera. Sí, puede ser. Hoy se lo dije a Theo. Fue...fuerte. Theo terminó abrazándome. No por pena, ni por rabia. Creo que fue la impotencia de ver que sentía todo eso y no me podía ayudar.

Alguien dijo que no pueden leerme la mente. Sí, lo sé. Pero tal como yo estoy consciente de eso, ustedes han de estar consciente que no sé cómo funcionan las relaciones de amistad. Que no me agrada generar un vínculo muy fuerte, porque la experiencia me dice que todos se marcharán. Y sí, siempre tengo razón, pero es normal, porque como que igual no me esforcé mucho en unirme a ustedes.

Otra persona por ahí quiere entender qué me pasa. Me ha atosigado un poco de preguntas...lo cual es normal. Pero de verdad no sé cómo explicárselos uno a uno. Así que prefiero usar este blog, que solo ustedes leen, y que todos de una vez se enteren, más que nada para evitarme preguntas innecesarias.

De partida, tengo miedo. Miedo no del final, sino de la etapa final. Esa incertidumbre de no saber si cuando te acuestas, podrás levantarte al otro día, o el dolor te dejará postrada en cama. De cerrar los ojos y pedir del fondo del corazón que al otro día puedas abrirlo. Que el insomnio es mitad la enfermedad y mitad el miedo de lo que la misma está haciendo en mí. Me aterra saber que no puedo pensar más allá de dos años (sí, dos. El nuevo número del año, lindo, no?) porque posiblemente no esté. Me da miedo. Y rabia. Porque me siento una mala persona para recibir un karma así. Porque los envidio. Sé perfectamente que hasta es posible que algunos mueran antes que yo, por accidente o hasta una enfermedad fulminante. Nadie tiene esta vida asegurada. Pero como le dije a un ciego por ahí ¬¬, la carpeta es como un bicho constántemente molestando. Y como le mostré al sordo, también (es otro, yo y mi suerte ¬¬) es diferente porque es como si de pronto me pusieran un reloj de arena frente a mí y lo diera vuelta. Es como si por todos lados golpean. Y eso es horrible. Porque ustedes tienen incertidumbre. Pueden que estén acá 50 años más o 3 días. No lo saben. Y esa ignorancia les envidio, porque no están constantemente borrándose esa maldita fecha, para no pensar en ello.

Tengo miedo de contarles a ustedes, los de más años. Aunque, claro, ya lo sospechan. Solo falta que yo se los diga. Pero esta entrada me va a ahorrar, al menos, el final de todo el show. En fin....me da miedo contarle a ustedes. Claro, mi lógica me demostró que la gente que conozco hace menos, apenas se enteró de esto, como que lentamente me sacó de su vida (lo siento chicos. Pero por una vez en la vida no digan que fui yo y piensen las veces que me dejaron comiendo sola, hablando sola o aislada de algo). Igual es comprensible. No pueden hacer mucho. Entonces tratan de olvidar. Y ojalá yo también pudiera. Pero no puedo, no porque no quiera. Si no porque mi mismo cuerpo, cada cierto tiempo, se encarga de recordarme qué está pasando.

No sé hacer esto sola. No soy responsable. Si fuese por mí, o estaría bien o ya habría terminado esto. Díganme pendeja, cabra chica, llorona, patética, como quieran. Pero no sé como cresta enfrentar esto. No lo sé. Siento que me gana. Las fuerzas se me agotan, no porque quiera, sino porque ya no sé qué hacer para seguir lo más normal posible. No les pido que me den sus fuerzas. Pero en estos momentos, un abrazo, una charla, aunque sea dormir a su lado, es un pequeño descanso. Solo les pido que estén conmigo. Ya tal vez no para luchar contra esto, sino para hacer más ameno lo que quede.






Esto de la amistad, no es algo hecho para mí...